En julio de 2021, unas precipitaciones sin sentido provocaron una inundación del siglo con consecuencias devastadoras para personas y empresas. Las inundaciones arrastraron a familiares, destruyeron medios de subsistencia y miles de personas se enfrentan a la ruina económica. Los efectos de esta catástrofe natural dejarán huella durante mucho tiempo y miles de personas siguen luchando por reconstruir su existencia desde cero. El mayor problema de la situación actual es la falta de financiación prometida.
El Estado, que prometió ayuda inmediata a las víctimas de la catástrofe de las inundaciones desde el principio, está completamente sobrecargado con la responsabilidad y la ejecución de la ayuda y no ha hecho un buen trabajo desde el principio.
En cambio, en muy poco tiempo se organizó la ayuda privada y las donaciones, y ello en un momento en que no se vislumbraba ninguna ayuda de emergencia procedente del país. Esto ha dado esperanzas de reconstrucción al Molino de Agua Histórico y a muchas otras empresas de la región.
Pero las esperanzas de los afectados se desvanecieron rápidamente:
Las empresas que actualmente se enfrentan al cierre total y cuyos edificios se hunden en el fango se ven obligadas a pagar impuestos por las donaciones que reciben.
¿Cómo puede y debe ser esto posible en una situación así?
Queremos cambiar esta situación y exigir la abolición de los impuestos sobre donaciones en el contexto de catástrofes naturales, ¡sin restricciones ni compensaciones!
Las empresas, en su mayoría pequeñas y medianas, pueden amortizar los gastos de reconstrucción, pero normalmente sólo a lo largo de muchos años. Esto supone una pesada carga financiera y emocional adicional para los empresarios y empleadores de la región.